Encontrar(se) en Trayamar


Durante el sábado 23 y el domingo 24 de mayo, un grupo de la Asociación Primaria, ACIT y familias de la Institución Teresiana nos reunimos en Trayamar para reflexionar y establecer algunos ejes vertebradores de actuación futura y dinamizar nuestra situación como cristianos y cristianas. El contexto situacional nos acogía con lo más favorecedor: Trayamar, antiguo Seminario Menor Diocesano y casa de los Cafarena, fabricantes del Ceregumil, guardaba para nosotros, entre su fachada de viejas piedras, vidrieras que nos iluminaban con toda la gama del arcoíris, sillares de baldosines cartujanos que nos asentaban, y una eclosión floral que nos devolvía primaveral juventud, un espacio vitalizador para lo que resultó, según conclusión de la mayoría de los asistentes, unos 50, una experiencia fundante.

Durante la mañana del sábado se reflexionó sobre un cuestionario, eficazmente incisivo, que nos ponía a punto para situarnos en el sentido del encuentro: nuestras experiencias de Dios; para continuar, en sintonía con la mañana, ya en la tarde, con nuestro Emaús cotidiano y coetáneo. Eso sí, dinámicas de relajación, espacios de oración y reflexión, técnicas de actitudes de confianza, dimensionaron ese dar cuenta personal de sí de cada una y uno de nosotros, y de situarnos dentro de la Institución Teresiana. Las actitudes de flexibilidad, escucha, apertura y anhelo de trabajo por los demás fueron la tónica común. El encuentro cohesionó a personas que, con una misma unidad de destino, se conocieron más en lo profundo.

Terminamos con una eucaristía, ofrenda y espacio de oración, que daba cabida a todas las actitudes anteriores. Entre las peticiones se formuló el deseo-necesidad de que este tipo de encuentro, tan fructífero, tomara carta de naturaleza periódica en el futuro.

Quisiera compartir algo que me trajo a colación este encuentro, algo muy relacionado con el talante que veo en la mayoría de las personas que forman parte de la Institución Teresiana. Cuando Teresa de Jesús llega a su madurez sólo tiene cansancio y contienda. Sí: obras, obras. La paz interior que describe Teresa en Las Moradas, la quieta dulzura que ha llegado a habitarla por dentro, no sólo tiene que ver con el ritmo de trabajo que lleva, en época de crisis, como no, sino con su actitud militante de escucha desarrollada con la oración: “quien a Dios tiene, nada le falta”.


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